miércoles, 8 de febrero de 2012

Prensa en España

Los inicios de la prensa en España están en el noticierismo manuscrito y las relaciones que aparecen en distintas ciudades con la imprenta y que hablaban sobre la Reconquista, el descubrimiento de América, actos religiosos y profanos.En 1697, la Gazeta de Madrid se convierte en el primer periódico semanal español. Tenía dos secciones: una internacional y otra con información nacional que incluía noticias de la Corte, el Rey y también los nombramientos.
A lo largo del siglo XVIII  aparecen distintas publicaciones periódicas, algunas de carácter erudito o cultural, con contenidos enciclopédicos como el Diario de los Literatos de España:

  • Diario de los Literatos de España (1737) fue una publicación de carácter cultural y literario que duró hasta 1742. Luchó contra las ideas barrocas y defendió la obra de Feijoo y Luzán. Su propósito era "emitir un juicio ecuánime sobre todos los libros que se publiquen en España". Tenía 400 páginas, formato de libro, costaba de 4 a 5 reales y ponía en circulación una tirada de 1000 / 1500 ejemplares.
  • El Diario Noticioso, Curioso, Erudito, Comercial y Político (1758) fue la primera publicación de periodicidad diaria de nuestro país. Constaba de dos secciones, una de divulgación, que recogía artículos de opinión, a menudo traducciones francesas; y otra de información económica donde se anunciaban ventas, alquileres, ofertas, demandas, etc. Su fundador fue Francisco Mariano Nipho, hombre neoclásico, de saber enciclopédico, que llegó a publicar casi un centenar de obras, veinte de ellas de carácter periódico. Fue en 1788 cuando pasó a llamarse específicamente Diario de Madrid.
  • El Pensador, El Correo de Madrid: Con El pensador, su creador, José Clavijo y Fajardo, inició un tipo de periodismo costumbrista con temas típicamente españoles, como las tertulias y refrescos, los cortejos, la superstición, y el comportamiento en las iglesias. Trató el tema de la educación tanto de las mujeres como de los hombres y de la función y el comportamiento del maestro. El Correo de Madrid recogía artículos de divulgación de la actualidad literaria, científica, técnica y económica. También abundaban artículos de crítica social y de costumbres. Publicaba una serie de "cartas y discursos" firmadas por "el militar ingenuo" (seudónimo de D. Manuel Aguirre, ilustrado, admirador de Rousseau); en ellas criticaba a las instituciones y denunciaba la injusticia, la desigualdad y la ignorancia. En sus páginas se publicaron por primera vez, de forma póstuma, las Cartas Marruecas de José Cadalso. Muchos de estos periódicos sufrirían la represión de los tribunales de la temida Inquisición a causa de sus críticas a la Iglesia o la Corona, y se llegarán a prohibir todas las publicaciones periódicas con excepción de la Gaceta de Madrid y el Diario de Madrid. Con la invasión napoleónica (1808) y la consiguiente Guerra de la Independencia, la prensa española vivirá uno de sus periodos de mayor esplendor. Las Cortes de Cádiz establecen la libertad de imprenta eliminando cualquier censura previa, algo que confirmaría la Constitución de Cádiz de 1812. Supondría el nacimiento de la prensa política y aparecerían periódicos liberales como el Semanario Patriótico o El Robespierre Español, y serviles: El Censor general o El Sol de Cádiz.

El pronunciamiento de Riego (1820) impondrá al Rey el respeto a la libertad de imprenta por lo que renacerá la prensa liberal. En los periódicos se identifican las distintas corrientes internas del liberalismo español: los exaltados (El Conservador, El Espectador, El Eco de Padilla), los moderados (El Universal, El Imparcial) e incluso los "josefinos" o afrancesados. También algunos periódicos liberales satíricos como El Zurriago. Pero, gracias a los "Cien mil hijos de San Luis", el Rey recupera su poder absolutista y vuelve a eliminar todos los periódicos liberales aplicando una dura censura. En ese tiempo surge la prensa ultraabsolutista: El Diario Realista, El defensor del Rey, etc. Según se acerca el fin del reinado de Fernando VII la censura se va suavizando tímidamente. Es entonces cuando aparece una figura enorme de nuestro periodismo: Mariano José de Larra (escribe en distintos periódicos sus artículos, generalmente críticos, acerca de la sociedad y las costumbres de los españoles, incluyendo siempre que le era posible críticas al sistema político, aguzando el ingenio para eludir la censura. A partir de 1834 utilizaría su célebre seudónimo de Fígaro).

Durante el Sexenio Revolucionario y la I República (1868-1874) se recupera la total libertad de prensa. Al igual que había sucedido en 1808, se produce una auténtica explosión de periódicos de todas las tendencias políticas: carlistas, alfonsinos, radicales, progresistas, constitucionalistas, republicanos... En 1883, la Ley de imprenta establecida por el gobierno liberal de Sagasta favorece también las publicaciones periódicas. Los periódicos anteriores a 1835 apenas incluían informaciones. Trataban temas políticos o científicos. Solían tener formato pequeño, estaban escritos en una columna y su aspecto era bastante aburrido. Pero a partir de esta fecha surgen otros más parecidos a los actuales. Desde 1868 siguen existiendo periódicos de opinión, defensores de un partido o líder político pero se desarrolla una prensa informativa que es la que más éxito tiene entre los lectores y la que alcanza mayores tiradas. El aspecto externo de estos periódicos es más ameno. Su contenido ya no se limita a temas políticos, sino que aparecen nuevas secciones de crítica literaria, pasatiempos, anécdotas y humor. Dedican más espacio a la publicidad e insertan folletines, (novelas por capítulos) que gozaban de gran aceptación entre el público lector.

En las primeras décadas del siglo XIX la prensa sigue siendo un producto para minorías ya que la mayoría de la población era analfabeta. Las tiradas son muy pequeñas, nunca sobrepasan los 1.500 ejemplares, pero tienen una amplia difusión debido a la tradición de la lectura en voz alta , la existencia de gabinetes de lectura y la costumbre de leer los diarios en los cafés, ateneos y tertulias. En Madrid y en las capitales de provincias fue creándose un público lector más amplio a medida que se extendió la educación. A partir de 1868 se desarrolla la prensa femenina. Tras el triunfo de la Gloriosa se abren escuelas para instruir a las clases más bajas y aparecen los primeros periódicos obreros.

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